Durante la pandemia aumentaron exponencialmente las consultas para congelar óvulos. En este Informe de Quántica Radio, la preservación de la fertilidad, los tratamientos de reproducción asistida, qué cubren las obras sociales y prepagas y la historia de dos mujeres que acudieron a la ciencia por diferentes motivos.
El 25 de julio de 1978 la revista Time destacaba que el de Louise Brown había sido “el nacimiento más esperado en, quizá, 2.000 años”. El motivo no era para menos, se trataba de la primera bebé nacida por fecundación in vitro, un proceso del que todavía se sabía muy poco y al que recurrieron sus padres después de años intentando tener descendencia sin éxito. Hoy, a casi 43 años de ese día histórico, las posibilidades de convertirse en mamá crecieron de manera exponencial gracias a los avances de la medicina reproductiva, que permite sortear múltiples problemas de salud y hasta criopreservar material genético para el futuro por razones personales o sociales, una práctica que creció enormemente en el país durante la pandemia.

Congelar óvulos, una tendencia que crece
La llegada de la pandemia de coronavirus hizo que el tiempo se detuviera y nos empujó a una nueva realidad que llevó a millones de personas a reformular sus proyectos. Fue en este escenario de incertidumbre que se disparó la demanda de preservación de fertilidad.
Si bien la vitrificación de óvulos venía ganando adeptos desde hace algunos años en nuestro país, fue en los últimos meses que las consultas estallaron: durante 2020 en la clínica IVI Buenos Aires el incremento fue del 29% respecto a 2019. Ya en 2021, en comparación con el período que va de enero hasta mediados de mayo de 2020, la demanda de tratamientos de vitrificación subió un 137%. Desde el Instituto Médico Halitus, en tanto, detallaron que durante la pandemia aumentaron en un 60% las consultas para preservar la fertilidad por este medio, mientras que finalmente los tratamientos realizados subieron un 20% respecto a 2019.
“El motivo es la incertidumbre que trajo la pandemia en cuanto al futuro, al trabajo, a lo económico, no sólo en aquellas mujeres que tienen el deseo en el futuro cercano, sino en aquellas que lo ven como una apuesta para más adelante, inclusive algunas que tienen pensado nunca tener hijos, ante la eventualidad de que pudieran cambiar de idea”, explicó el doctor Sergio Pasqualini, referente en medicina reproductiva y director científico del Instituto Médico Halitus. En el mismo sentido, el Dr. Fernando Neuspiller, director médico de IVI, sostuvo que “los riesgos de contagiarse de Covid-19 ha implicado que muchas mujeres y parejas pospongan su búsqueda de embarazo”. El especialista destacó que la vitrificación permite mantener “la calidad genética” de los óvulos para poder usarlos, “por ejemplo, cuando la crisis sanitaria se termine”. Esto es porque los ovocitos se pueden mantener crioconservados durante todo el tiempo que la persona desee o necesite. Según sostienen los profesionales de IVI Buenos Aires, actualmente no existe una limitación en el tiempo.

Pero como se mencionó, si bien es una tendencia que creció exponencialmente en los últimos meses, viene ganando adeptos hace ya varios años. En la actualidad, la decisión de ser madre se ha ido retrasando por diferentes motivos, ya sea económicos, profesionales o sociales. La edad cronológica, el momento vital idóneo y el momento en que los óvulos son de mejor calidad no siempre coinciden. Para esos casos donde las personas gestantes no quieren decidir ahora sobre su maternidad, pero tampoco quieren renunciar a ella, la vitrificación de óvulos es la alternativa para postergar ese plan de ser madres con sus propios gametos en el momento deseado. Elegir con libertad cómo y cuándo iniciar la maternidad vino a representar una nueva revolución. Incluso para aquellas mujeres que si bien no están seguras, no quieren tampoco cerrarle la puerta a la posibilidad de tener hijos en algún momento.
Esto es lo que le sucedió a Viviana (50), quien fue aconsejada sobre el tema por su ginecóloga cuando ya estaba llegando a los 40 años. “Me quedó la idea dando vueltas porque no estaba definida con el tema hijos y la situación de pareja no estaba dada tampoco. No me animaría a hacerlo sola, sobretodo porque mi única familia vive en el exterior. Así que a los 39 me hice estudios para ver si estaba apta todavía para congelar óvulos, porque eso depende del organismo de cada mujer y a esa edad algunas chicas ya no tienen cantidad de óvulos suficientes y puede ser tarde”, cuenta en diálogo con Quántica Radio.
Afortunadamente pudo llevar a cabo el procedimiento sin ninguna complicación. “A las mujeres que lo están pensando les diría que lo hagan. Te da una tranquilidad con respecto al tema del reloj biológico y la presión que te genera estar llegando a una edad dónde tenés que decidir si o si, en algo que justamente requiere de una seguridad emocional y personal en todo sentido que por ahí uno de más joven no tiene”, recomienda, y agrega que, aunque “hay una cantidad de medicación hormonal, incluyendo unas ampollas que tenía que aplicarme yo misma en el abdomen” hasta que llegara el día de la extracción de óvulos con anestesia suave, “no fue traumático para nada”.

Cómo es el procedimiento
En noviembre pasado, la creadora de Chicas Guapas e influencer Lucía Ugarte sufrió una grave infección en un ovario tras realizar el procedimiento. Su caso se conoció luego de que ella misma lo diera a conocer e igualmente recomendara hacer el congelamiento. “Es una oportunidad que nos da la ciencia para poder planificar nuestra maternidad sin presión. Así como recomiendo fervientemente el tratamiento, también desde mi experiencia sugiero que estén alertas a las anomalías que puedan presentar sus cuerpos. Luego de la punción, si sentí algunos dolores abdominales que se fueron a la semana. Lo que me pasó tres semanas después pasa 1 en 30.000 casos, es una infección muy poco frecuente”, expresó en ese momento. Los especialistas dan tranquilidad y aseguran que el procedimiento es de bajo riesgo y que este tipo de complicaciones se da efectivamente de manera muy esporádica.
¿Cómo se lleva a cabo? En general, la mujer todos los meses ovula un sólo óvulo. Para poder realizar el procedimiento, los primeros días a través de la intervención se reclutan muchos. Donde naturalmente se produce uno, para el procedimiento se necesitan alrededor de una decena. Por eso primero se estimulan los ovarios con medicación para hacer crecer folículos que normalmente se hubieran atrofiado; y se sigue su crecimiento a través de ecografías. Ese proceso dura en promedio 10 días. Alrededor del día 13 del ciclo, los folículos llegan al estadio preovulatorio; una vez maduros y 36 horas después de la última inyección, la paciente entra a quirófano, se la seda y, en una ecografía transvaginal, se punzan los ovarios uno por uno. Se aspiran los folículos para obtener los óvulos y se envían al laboratorio donde se seleccionan los maduros para congelar. Donde se produjo la punción, se forma un coágulo. Para punzar, se utiliza el mismo transductor que se utiliza en las ecografías transvaginales, pero con una aguja adosada. Es la misma punción que se realiza para los tratamientos de fertilidad de alta complejidad. Se trata de un procedimiento mínimamente invasivo que dura unos 20 minutos bajo sedación. Una vez terminada esta serie de pasos, los ovocitos se almacenan en nitrógeno líquido a una temperatura de -196° C.

“Durante este trabajo se pueden llegar a punzar vasos sanguíneos más o menos grandes. Es común ver un poco de líquido, que es sangre envuelta en la pelvis, producto mismo de la punción. Esto suele autolimitarse. En vasos sanguíneos más grandes o con mujeres que no tienen buena coagulación, puede existir más sangre y mayor molestia”, explica el Dr. Pasqualini. Entre las complicaciones figuran el sangrado, la infección, el síndrome de hiperestimulación y la punción no intencional de los órganos vecinos (en menos del 1% de los casos). Según el especialista, el sangrado es inmediato pos punción o al día siguiente, en cambio, la infección puede presentarse en el transcurso de los días. En la mayoría de los casos, las mujeres que tienen complicaciones quedan en reposo y no es necesario hacer nada más.
La edad recomendada para congelar los óvulos es antes de los 35 años, ya que la reserva ovárica, que es la cantidad de óvulos que se pueden obtener, disminuye notablemente con el paso de los años, así como la calidad genética de los mismos. La práctica no está indicada en general para las mujeres que tienen muy poca reserva ovárica, debido a que sería necesario repetir la punción muchas veces para generar un número de óvulos que permita tener más seguridades sobre el posible éxito del procedimiento cuando se decida usarlos. Tampoco en mujeres de 44 años en adelante, debido a la carga genética de la mayoría de sus óvulos, de los que podría llegar a servir uno o dos. De todas maneras, independientemente de la edad de la persona que consulta, destacan que es importante explorar cómo se encuentra la reserva ovárica, dado que hay casos en los que, por ejemplo, a los 35 años no califican para este procedimiento, mientras otras a los 40 sí lo hacen.

Cuando lo biológico no acompaña
Pero así como la ciencia permite ahora planificar la maternidad, también es la gran herramienta para que hoy cumplan su sueño aquellas personas que desean profundamente tener hijos y que por diversos motivos no pueden de manera natural. Cuando lo biológico no acompaña, ese deseo de ser padres se convierte en un camino lleno de angustia y frustración. Es por eso que la medicina reproductiva trabaja para poder ayudar a cumplir este anhelo tan profundo.
Los padres de Louise Brown habían intentado tener un hijo durante nueves años sin éxito. La causa de infertilidad era un problema en las trompas de Falopio de la madre, por lo que tras ese diagnóstico acudieron a los doctores Robert Edwards y Patrick Steptoe, quienes llevaban investigando durante décadas como dar solución a la infertilidad. En aquel momento el procedimiento causó gran polémica; sin embargo, en la actualidad existen diversas clínicas especializadas en la fecundación in vitro en el mundo, que diariamente reciben a muchas parejas y madres solteras que requieren de técnicas de reproducción asistida. Estos son distintos procedimientos destinados a ayudar en forma artificial a que se produzca la fecundación y la implantación del huevo, para lograr el embarazo.
En la actualidad, las técnicas de reproducción asistida se dividen entre las de baja complejidad y las de alta. Los tratamientos de fertilidad de baja complejidad son los que se realizan con una mínima intervención del médico, ya que la liberación de los óvulos, la formación de embriones y su implantación en el útero sucede dentro del cuerpo de la mujer. El médico solo coloca la muestra de semen, previamente preparada en el laboratorio, en el interior del útero de la mujer con el fin de incrementar el potencial de los espermatozoides y las posibilidades de la fecundación del óvulo. También se encuentra la inducción de ovulación que es aplicable en aquellas mujeres que poseen dificultades para ovular de manera espontánea, por lo que necesitan medicación para lograrlo; la estimulación ovárica y relaciones programadas (ESCA), que provoca una suave estimulación durante el periodo de ovulación en mujeres que lo hacen normalmente, pero que tienen problemas para quedar embarazadas por otras razones; y la inseminación artificial o intrauterina (IIU), que consiste en acomodar espermatozoides -previamente seleccionados en el laboratorio- dentro del útero, en el momento en que la mujer está ovulando.

Mientras que los tratamientos de alta complejidad necesitan una mayor intervención. Dentro de estos se encuentran la fecundación in vitro (FIV), que consiste en la unión del óvulo con el espermatozoide en una placa de laboratorio, con el fin de obtener embriones ya fecundados para transferir al útero materno; y la inyección intracitoplasmática (ICSI) que es una técnica a través de la cual se inyecta el espermatozoide dentro del óvulo permitiendo una unión directa y facilitando la fecundación.
Estas técnicas permiten solucionar la mayoría de los problemas de fertilidad, como factores masculinos severos, anovulación, obstrucción en las trompas, endometriosis, infertilidad de origen desconocido, edad materna avanzada o alteraciones genéticas hereditarias. Y así, luego de numerosos estudios médicos, poder cumplir el sueño de convertirse en padres. “Cuando comencé el tratamiento de fertilidad tenía 36 años. Yo desde los 30 que había empezado a buscar un bebé con mi marido y no lo conseguíamos. Estuvimos dos años sin buscar hasta que nos fuimos a asesorar a una clínica muy conocida en Capital donde estuvimos dos años haciéndonos estudios. No sabían porqué era la cuestión. Lo dejamos un tiempo porque también juega lo sentimental. Y después fuimos al Centro Gens de Quilmes, que es una eminencia, como el Doctor Garay, el médico con el que me atiendo”, comienza contando a Quántica Radio sobre su experiencia Vanina Tello, una instrumentadora quirúrgica de 38 años que sabía de compañeras de trabajo que no habían tenido suerte con los tratamientos pero igual se decidió a hacerlo porque conocía a los médicos que trabajaban en la clínica. Se comenzó a atender en diciembre de 2018, en junio de 2019 congeló sus embriones y ya en octubre estaba embarazada. “Fueron muy pocos meses. Desde diciembre de 2018 hasta junio de 2019 pasé por una cirugía laparoscópica. Porque la razón por la cual no puedo quedar embarazada es porque tengo endometriosis, que en la otra clínica en Capital no me lo supieron descubrir. Es una enfermedad en donde crece tejido endometrial fuera del útero. Entonces yo tenía los ovarios destruidos y por eso era mi causa de infertilidad”, explica, y continúa: “Como no estaba mi endometrio preparado para quedar embarazada, los congelaron ya embrionados. Tuve que tomar unas pastillas para que mi endometrio esté perfecto para que pueda prenderse el embrión. Entonces en tres meses me dijeron que ya estaba preparada, me implantaron el embrión y quedé embarazada. Tuve mucha suerte”.
El proceso, asegura, “no fue tan difícil porque fue todo muy rápido”. “Obviamente la mujer que hace todo este proceso ya como que está curtida. Pero creo que uno lo hace por la necesidad de ser madre. Si vos te pones a pensar no es para cualquiera porque es muy doloroso… la punción ovárica, los estudios, la cirugía que me realicé. Pero uno siempre tiene la meta de tener un hijo y no te importa que pase lo que pase. Yo gracias a Dios hice todo ese proceso y quedé embarazada. Hay muchas mamás que pasan todo y tienen 7 u 8 intentos y no quedan. Yo no tuve el dolor que tienen otras mamás de decir ‘me implantaron un embrión y lo perdí’”, cuenta Vanina.

A pesar de lo rápido y exitoso que fue su tratamiento, no estuvo exento de complicaciones. “Cuando yo me opero de los quistes de ovario ya estaba limpia para implantar – explica -. Pero cuando me hacen la extracción de los óvulos en junio tenía un ovario ya devuelta con quistes. Entonces ya ese ovario no se pudo hacer la ovulación. Porque nosotros ovulamos una vez por cada ovario. Lo que te hacen ahí es ponerte muchas inyecciones para generar muchos óvulos. Yo de un ovario generé tres óvulos y del otro ninguno porque tenía el quiste que me salió en tres meses. Había menos posibilidades porque teníamos un solo ovario para trabajar”. El médico le daba muy pocas chances. Mientras hay personas que congelan 15 o 20 embriones, ellos pudieron congelar solamente dos. Sin embargo, el esfuerzo y sacrificio de ella y su marido llegó a buen puerto: hoy disfrutan de Martina, que está a punto de cumplir 2 años y a quien se la escucha alegre durante toda la entrevista.
Con la felicidad de tener a su hija y aún un embrión congelado, Vanina deja un mensaje para las mujeres que están pensando en iniciar un tratamiento de fertilización o en congelar sus óvulos: “A veces la gente tiene mucho miedo. Pero hay Centros donde desde la persona que limpia hasta del mismo doctor tenés un apoyo terrible, como yo sentí en la clínica donde me atendí. Tenés mucha contención porque no es fácil. Y la verdad que si uno tiene el proyecto de ser padre y no puede por ‘x’ motivo, que le dé para adelante. Yo tengo amigas que tienen mi misma edad, quieren ser madres pero no tienen ningún proyecto de pareja ni nada, y yo les digo que congelen los óvulos. Porque después de los 35 años la calidad ovárica no es la misma. Si tienen esas ganas de ser madres no se frustren, congelen los óvulos y el día de mañana se verá”. “Es un placer contarlo. Para el que lo lea y le ayude de algo bienvenido sea. Yo no lo tomo como un tabú. Me gusta hablarlo y que le pueda servir a alguien mi experiencia. No es fácil pero tampoco es tan difícil. Hay que tener fe”, concluye en diálogo con Quántica Radio.

Qué cubren las obras sociales y prepagas
En nuestro país el derecho a la salud reproductiva y al acceso igualitario de todos los beneficiarios de los procedimientos y técnicas de reproducción médicamente asistida encuentran sustento legal en la Ley 26.862, su Decreto Reglamentario 956/13 y la Resolución 1/E de 2017 del Ministerio de Salud de la Nación. La Ley, sancionada y promulgada en junio de 2013, establece que toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita a las técnicas y procedimientos de baja y alta complejidad, realizados con asistencia médica para lograr el embarazo estando cubiertos los métodos de diagnóstico, del tratamiento y de la medicación.
Se puede acceder a un máximo de cuatro tratamientos de baja complejidad por año y hasta tres tratamientos de alta complejidad, con intervalos mínimos de 3 meses entre cada uno de ellos. Sin embargo, muchas obras sociales y prepagas ponen numerosos obstáculos a la hora de brindar este servicio de salud. “Yo tuve cobertura de obra social al 100%. No tuve que pagar un peso. Pero sé que hay chicas que tienen otras obras sociales que comentaban que no te cubren todo… o no te cubren la congelación y te cubren la implantación”, asegura Vanina. En caso de que la obra social o prepaga se niegue a reconocer el tratamiento, se debe presentar un reclamo gratuito en la misma obra social o bien ante la Superintendencia de Seguros de Salud. En caso de no obtener respuesta en esta instancia, se debe ir por un amparo por derecho a la salud. Cabe destacar en este sentido que son numerosos los fallos favorables ante los amparos por incumplimiento a las normativas de fertilización asistida.
Sin embargo, la preservación de óvulos no está contemplada como un derecho. Postergar la maternidad a futuro no está cubierto por la ley, salvo que sea por cuestiones de salud o por tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas que puedan comprometer la capacidad de procrear en el futuro, como en casos oncológicos. El tratamiento promedio para todos los demás casos oscila entre los 2000 y 3000 dólares.
Los avances en materia de fertilidad fueron evolucionando tanto en el mundo que se estima que nacen cerca de medio millón de bebés por año gracias a las técnicas de alta complejidad. La ciencia demostró un enorme poder para ayudar a concebir, a la vez que también acompaña a los nuevos modelos de familia que se van conformando en la sociedad, permitiendo tanto a parejas del mismo sexo como a personas solas alcanzar un sueño difícil de pensar hace medio siglo.
