Se producen 40 mil muertes súbitas al año en nuestro país y el 70% ocurre fuera de los hospitales. Cuáles son las causas, a quiénes afecta, qué hacer frente a un episodio y qué pasa con la ley nacional de prevención sancionada hace seis años.
Este jueves la repentina muerte de Palo Pandolfo conmocionó al país. El músico de 56 años, que preparaba un show para el 8 de agosto, iba caminando por el barrio porteño de Caballito cuando sorpresivamente cayó desplomado. Hasta que la autopsia dictamine qué fue lo que le sucedió, la causa se investiga como muerte súbita. Es que justamente este tipo de deceso se caracteriza por ser natural, inesperado y rápido. Puede tener diferentes causas y la mitad de las veces se da en personas que no tienen antecedentes. En la Argentina se producen alrededor de 40 mil muertes súbitas al año (4 por hora) y el 70% ocurre fuera de los hospitales. Sin embargo, a pesar de lo que su denominación puede hacer pensar, hay formas de prevenir o intentar evitar el fatal desenlace, a la vez que existe hace seis años una ley nacional que puede reducir el número de víctimas pero fue olvidada.

Causas y a quiénes afecta
La muerte súbita es realmente una muerte inesperada, que se produce casi de forma instantánea, en alguien que aparentemente estaba bien, con buen estado de salud. El funcionamiento del corazón se interrumpe bruscamente. Cuando esto ocurre, ya no es capaz de bombear sangre al cerebro y al resto del organismo, produciendo en la mayoría de los casos el fallecimiento casi inmediato.
La persona pierde en primer lugar el pulso y en segundos el conocimiento y la capacidad de respirar. Cabe destacar que cuando la circulación sanguínea se detiene, el oxígeno y los nutrientes dejan de llegar a los órganos, los cuales paulatinamente empiezan a sufrir. El más vulnerable de todos es el cerebro, y es por esta razón que varios minutos de parada cardíaca puede ser el origen de lesiones cerebrales graves e irreversibles. De no recibir atención de inmediato, el fallecimiento puede ocurrir en cuestión de minutos.
La muerte súbita puede afectar a personas de cualquier edad, sexo y estado físico. Las causas que llevan a esta muerte repentina son diferentes si se trata de niños y jóvenes, donde hay un componente genético; que si se habla de adultos, mayores de 35 años, donde el origen es -en la mayoría de los casos- una enfermedad coronaria que probablemente no se había detectado.

Mayoritariamente, la causa inmediata que ocasiona la muerte súbita es una arritmia que se llama fibrilación ventricular. Se trata del latido del corazón en forma desorganizada a más de 600 latidos por minuto; esto produce que el corazón se desgaste en poco tiempo, por lo que deja de latir.
Sin embargo, cuando la muerte súbita se produce en adultos jóvenes aparentemente sanos otras anomalías cardíacas son las causas más probables. La adrenalina que se libera durante la actividad física o deportiva intensa con frecuencia actúa como un disparador. En atletas jóvenes, por ejemplo, las principales causas de la muerte súbita son enfermedades cardiovasculares congénitas, no manifestadas clínicamente, como miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía arritmogénica, anomalías genéticas de las arterias coronarias o hipertrofia ventricular.
Aunque también existen otras causas de muerte súbita de origen no cardíaco, entre las cuales se puede mencionar el tromboembolismo pulmonar y hemorragias cerebrales (ACV hemorrágico y malformaciones arterio venosas como son los aneurismas) entre otras; o factores externos como un golpe fuerte en el tórax durante la práctica de deportes, una pelea en la calle o un choque cuando no se usa el cinturón de seguridad. El traumatismo puede provocar una alteración del ritmo cardíaco potencialmente fatal de manera instantánea.
¿Hay algún componente genético? Los expertos afirman que sí. Tanto las miocardiopatías como las arritmias en jóvenes suelen ser hereditarias y su primera y única manifestación en una familia puede ser la muerte súbita en una persona joven.
Según la Sociedad Argentina de Cardiología, las personas que tienen entre 45 y 75 años de edad se encuentran dentro del grupo etario más afectado por la muerte súbita, con un predominio de la población masculina, aunque también se puede dar cuenta de un incremento en el sexo femenino, que actualmente representa el 35%.
Se estima que la incidencia anual de muerte súbita cardiaca en todo el mundo oscila entre 4 y 5 millones de casos al año. En Argentina, al menos cuatro personas fallecen por muerte súbita cada hora: de acuerdo con la SAC y la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), ocurren alrededor de unos 40.000 de estos fallecimientos por año.
A su vez, en nuestro país la muerte súbita representa la mitad de las muertes cardiovasculares y el 25% del total de las muertes en adultos. Aproximadamente un 50% ocurre en personas sin una enfermedad cardíaca conocida, siendo ésta su primera y única expresión.

Cómo prevenirla
Pese a que su cualidad de “inesperado” haga pensar que este cuadro no se puede prevenir, los médicos explican que las tres cuartas partes de las veces detrás de la muerte súbita está la enfermedad coronaria y eso sí se puede prevenir mediante cambios de conducta y el tratamiento de los factores de riesgo. Los factores de riesgo que hay que tomar en cuenta son: tabaquismo, hipertensión, diabetes, colesterol, sedentarismo, obesidad y estrés; así como los antecedentes de muerte súbita en la familia.
Como primera medida se debe llevar una vida saludable: no fumar, controlar el tipo de alimentación, el peso y hacer ejercicio físico. También resulta fundamental hacer un chequeo cardiológico antes de iniciar la práctica de una actividad física y repetirlo en el plazo que el médico lo indique. De esta manera se pueden detectar y prevenir alteraciones que pueden desencadenar un episodio de muerte súbita. Como mencionamos, al hacer ejercicio se libera adrenalina que actúa como disparador de problemas cardíacos que hasta ese momento podían ser silenciosos.
Los estudios básicos que se realizan en un chequeo son electrocardiograma, ecocardiograma y ergometría. En el caso de cualquier persona que tenga antecedentes familiares o factores de riesgo de afecciones que causan muerte cardíaca súbita, se recomienda realizar más exámenes de detección.
A su vez, hay que tener en cuenta posibles señales. A pesar de lo abrupto del proceso, los estudios indican que cinco de cada diez pacientes que sufrieron una muerte súbita tuvieron síntomas previos. Entre los signos de alerta podemos citar desmayos sin causa aparente, falta de aliento, palpitaciones fuertes y dolores en el pecho.

Qué hacer frente a un episodio
Pero además de generar conciencia en la población sobre la importancia de disminuir los factores de riesgo cardiovascular, también es importante actuar con rapidez cuando esta situación se hace presente. En la mayoría de los casos, este tipo de eventos ocurre fuera de los hospitales, precisamente por su cualidad de ser repentino. Más precisamente el 70% de las muertes súbitas suceden en la casa, en el trabajo, en los clubes e incluso en la calle, como parece fue el caso del músico Palo Pandolfo. Por eso es de suma importancia preparar a la sociedad para que sepa qué hacer frente a esta situación.
La reanimación cardiopulmonar o RCP son las maniobras que permiten restablecer la circulación sanguínea para mantener los tejidos oxigenados. Lo más efectivo es combinar esas 100-120 compresiones torácicas y rítmicas por minuto con el uso de un desfibrilador, un equipo portátil que produce una descarga eléctrica para que el corazón vuelva a latir.
Según cifras mundiales, las posibilidades de sobrevida disminuyen un 10% por cada minuto que una víctima pasa sin recibir maniobras de reanimación. Cuando ocurre un paro cardíaco hay una demora de 5 a 10 minutos hasta que sobreviene la muerte definitiva. Con RCP se puede mantener un flujo sanguíneo mínimo en la persona que permite mantenerla con vida hasta que llegue el auxilio médico. Durante ese tiempo los tejidos no tienen su función plena pero se mantienen vitales hasta la resolución específica del paro cardíaco.
De ahí la importancia que todas las personas conozcan maniobras de resucitación cardiopulmonar, como de que haya desfibriladores automáticos (DEA) en espacios donde circula una gran cantidad de gente, como una estación de subte, un club, una escuela, aeropuertos o shoppings. “Si se utiliza en forma adecuada tiene un 70% de probabilidad de salvar esa vida», explica el director de Ciencias del Deporte de la Universidad Favaloro, Dr. Roberto Peidro. Los DEA son muy efectivos ya que leen automáticamente la arritmia y aplican la descarga eléctrica según su propia lectura, pero es importante que su ubicación sea clara y de fácil acceso.

Sin ir más lejos, en junio pasado, cuando estaba por terminar el primer tiempo del partido entre Dinamarca y Finlandia por la Eurocopa, Christian Eriksen, el futbolista danés de 29 años, se desplomó en pleno campo de juego, comenzó a sufrir convulsiones y tuvo que ser reanimado con maniobras de RCP sumado al uso del desfibrilador externo automático. “Solamente se puede salir de eso con el uso de un cardiodesfibrilador, que le da un shock eléctrico y vuelve a cero toda la electricidad del corazón para que arranque por sus propios medios”, explicó el cardiólogo. “Los médicos entran para tomarle el pulso, que es un hecho clave. Si tiene pulso es porque está latiendo el corazón. Si no hay pulso y ven que no está respirando se hacen las maniobras de reanimación cardio pulmonar y se conecta el desfibrilador externo automático, que si constata que hay una arritmia, automáticamente le da un shock eléctrico para salir del paro. Eso es lo que vimos por televisión…”, asevera el profesional. Afortunadamente, gracias a la rápida intervención del personal sanitario el jugador danés, a quien luego se le colocó un desfibrilador cardioversor implantable (un dispositivo conectado al corazón que envía un pulso eléctrico para corregir ritmos irregulares) sobrevivió y se recupera favorablemente.
En nuestro país, la mayoría de los clubes de Primera División tienen un desfibrilador. Incluso la AFA les entregó uno también a los equipos de la B y de la C. Sin embargo, existen miles de clubes más pequeños que no cuentan con el aparato, como muchísimos otros espacios de alta concurrencia.

Con Ley Nacional pero sin reglamentación
La respuesta a este mal que mata a 40 mil persona en el país por año es clara: cuántas más personas estén capacitadas en técnicas de reanimación cardiopulmonar y cuánto más cerca haya un desfibrilador, mayores serán las posibilidades de salvar vidas. Así lo entendieron también los legisladores cuando en 2015 sancionaron en el Congreso de la Nación la Ley 27.159 para la prevención de la muerte súbita.
La misma busca promover la concientización, el acceso y la instrucción básica de la población en maniobras de RCP y en la utilización de desfibrilación automática externa. Además prevé la disposición de espacios Cardioprotegidos (que disponen de los elementos necesarios para asistir a una persona en los primeros minutos tras un paro cardíaco) en lugares públicos y privados con gran afluencia de público, entre otras medidas, para mitigar la cifra de víctimas fatales por esta causa. Esto obligaría a instituciones públicas como escuelas o universidades u organismos a cargo del Estado, y a espacios privados como empresas, entre otros, a contar con desfibriladores y personal capacitado. Incluso la mencionada norma en su artículo 11 le quita responsabilidad civil, penal y administrativa a las personas que eventualmente puedan participar en algunas de las situaciones contempladas por la ley, ya que expresa que ninguna persona interviniente que haya obrado de acuerdo con las disposiciones en la ley está sujeta a responsabilidad derivada del cumplimiento de la misma.
Este sábado 24 de julio se cumplen 6 años de la promulgación de dicha ley denominada “Muerte Súbita. Sistema de Prevención Integral” que podría reducir sensiblemente las víctimas fatales, sin embargo la misma jamás fue reglamentada.

En el texto se establecía un plazo para su reglamentación de 180 días a partir de su sanción y un plazo máximo de adecuación que tendrían los obligados que no podía exceder de dos años desde la promulgación. Pero lamentablemente la norma quedó en un pozo del que numerosas instituciones intentan sacar. Muchas de ellas bajo la coordinación del espacio Argentina Reanima, un movimiento que se generó a partir del interés y compromiso de un grupo de instructores de RCP, Rescatistas, Bomberos Voluntarios, Médicos, Paramédicos, Enfermeros, Técnicos, Dirigentes Vecinales, Deportivos, Concejales y Funcionarios de distintas partes del país, cuyo objetivo es la pronta reglamentación de la norma. Para ello organizan jornadas de capacitación pública de reanimación cardiopulmonar en distintas ciudades en simultaneo así como también enviaron en enero pasado una nota al Presidente de la Nación, Alberto Fernández, solicitando la reglamentación. Petición que hasta el momento no obtuvo respuesta.
Cabe mencionar que Capital Federal ya contaba con una ley sancionada en el año 2011 (la Nº 4.077) que establece la obligatoriedad de contar con un desfibrilador externo automático y personal entrenado en RCP en lugares públicos y privados de concurrencia masiva o de alto riesgo en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mientras que en la Provincia de Buenos Aires la Ley 14.749 incorporó a la Ley de Educación Provincial N° 13.688 la enseñanza de la práctica de RCP en los institutos secundarios, terciarios y de adultos primarios. En ambas jurisdicciones el cumplimiento es muy bajo.
En la mayoría de casos la muerte súbita no avisa. Puede ocurrirle a cualquier persona y en cualquier lugar, por lo que estar preparado ya no es tarea exclusiva de los médicos. Actuar en los primeros minutos es clave. Así como es clave que el Estado avance con la regulación y las instituciones se comprometan con la instalación de desfibriladores automáticos para que no haya que seguir lamentando en nuestro país una víctima cada 15 minutos.
